
Se invierte tiempo, se insiste de manera constante en lo que debemos y no debemos publicar en las redes sociales.
Pero nada, no cala, no cuaja.
Vamos como locos, no reflexionamos, no nos paramos 10 segundo a valorar.
Seguimos pensando que en las redes sociales podemos hacer y decir lo que nos de la gana.
Publicamos lo que nos apetece, sin meditar, sin plantearnos las consecuencias… Y claro, pasa lo que pasa.
A la pruebas me remito.